Las algas son vegetales que crecen en agua, tanto dulce como salada. En el
océano constituyen el principal componente del plancton marino. Tuvieron mucho
que ver con el origen de la vida en el ámbito marino, pues fueron los primeros
organismos en realizar fotosíntesis clorofílica. Van desde los microscópicos organismos
unicelulares (como la espirulina) hasta las gigantesca kelp (el ser vivo más
largo del planeta).
Si bien las algas mantienen un sistema de organización primitivo, realizan
fotosíntesis como cualquier vegetal verde y tienen capacidad de sintetizar
proteínas, carbohidratos, lípidos, clorofila, ácidos nucleicos, vitaminas,
minerales y pigmentos. En las cápsulas espaciales se las utiliza para regenerar
el oxigeno y, luego de secadas, se las emplea como alimento para los
astronautas.
Aún no se ha tomado conciencia respecto al rol que pueden jugar las algas
en la problemática del hambre en el mundo, pues son una fuente espontánea
e inagotable de nutrientes que se desarrolla sin costo alguno en los dos
tercios de la superficie del planeta cubierta por agua. Una razón más para
detener la salvaje contaminación de los mares, de los cuales podríamos
sobrevivir en un futuro cercano. Además, las mismas algas se están revelando,
en experiencias de gran escala, como magníficas depuradoras de las aguas
contaminadas con residuos de la actividad industrial (fosfatos, nitritos,
anhídrido carbónico, etc). Las algas también pueden cultivarse con gran
rendimiento en pequeñas extensiones de tierra. Un caso es la espirulina, que
comparativamente brinda más nutrientes y de mejor calidad por unidad de superficie
con respecto, por ejemplo, a la tan alabada soja.
Las algas están presentes desde hace milenios en la tradición
culinaria de Oriente y de culturas ancestrales americanas y africanas. Si bien
en ciertas poblaciones cumplen un rol nutricional importante (en Hawai se
consumen más de 70 especies distintas), hay millones de occidentales que
prácticamente las desconocen. En Argentina son consideradas como un
exótico ingrediente de la culinaria oriental, pese a que nuestro litoral
atlántico es un gran productor tanto cuantitativo como cualitativo
(kelp, wakame, agar-agar, cochayuyo, etc.). Lamentablemente, casi toda la
producción nacional se exporta y hay escasa difusión de sus benéficos efectos.
Objetivamente debemos considerar a las algas como excelentes integradores
naturales para combatir el empobrecimiento causado por los procesos de
refinación industrial de nuestros alimentos. Su ventaja es la gran
concentración de nutrientes y la alta asimilación orgánica de los
mismos. Como dice el Dr. Muramoto, “es un tipo de comida en el cual uno
puede confiar”. Al inicio puede que no atraigan por su particular sabor,
pero una vez que se las comienza a utilizar, es difícil prescindir de ellas.
Luego de ingerirlas, se tiene la sensación de haber consumido algo verdaderamente
nutritivo.
Hay distintos tipos de algas y se las divide en azules (hay quienes a éstas
las consideran bacterias), rosadas, pardas, doradas y verdes. Las rosadas
se desarrollan a grandes profundidades, destacándose entre las más conocidas a
las hiziki y las nori. De algunos ejemplares de este grupo se obtiene el
agar-agar, utilizado como gelificante. Entre las pardas podemos citar a
las kombu, las kelp, las fucus y las cochayuyo. Las diatomeas forman parte de
las algas doradas y su característica es que las paredes celulares están
formadas por estructuras silíceas en lugar de celulosa. Por último, entre las verdes
se destacan las excelsas espirulinas de agua dulce. Mayor detalle de cada
especie puede hallarse en la monografía específica.
NUTRICION Y TERAPIA
Nutricionalmente las algas son ricas en proteínas, minerales y vitaminas
(A, B, C, E) y sobre todo en elementos difíciles de hallar en verduras
terrestres, fundamentalmente el yodo, mineral escaso en el suelo y mas
aún en tierras agotadas por el cultivo intensivo. Excepto algunos pescados, las
algas son nuestra mejor fuente natural de yodo orgánico y asimilable. La
hormona tiroidea (tiroxina) se produce gracias a la presencia de este mineral y
su normal producción estimula el sistema nervioso simpático, incrementando la
tasa de oxidación celular y por ende el metabolismo corporal (utilización de
los macronutrientes).
La carencia de yodo afecta los niveles sanguíneos de tiroxina y por tanto
el nivel de energía en el organismo, generando: fatiga, piel seca o
amarillenta, alta tasa de colesterol, entumecimiento de las extremidades,
hormigueos, aumento de peso, falta de memoria, dificultad de concentración,
cambios de personalidad, depresión, anemia, menstruación prolongada y dolorosa
en mujeres, etc. En los niños esta carencia genera desarrollo defectuoso a
nivel óseo, muscular, mental y nervioso.
Además de yodo, las algas también son ricas en otros minerales claves
como magnesio, calcio, potasio, hierro y oligoelementos como cinc, selenio,
manganeso, boro, cobalto, cobre, vanadio, etc. Algunas algas llegan a tener un
tercio de su peso en sales minerales (el caso de la hiziki), siendo las mejores
proveedoras en absoluto, y sobre todo de minerales biológicamente asimilables
por el organismo humano. Por ello su exitoso empleo en anemias, osteoporosis y
otros estados carenciales.
Además de minerales, las algas son muy ricas en proteínas y
principalmente en aminoácidos esenciales (aquellos que el organismo no puede
sintetizar y que deben provenir del alimento). Estas proteínas son muy
asimilables debido a la presencia de minerales y enzimas que facilitan su
absorción. Por ello se aconseja consumirlas junto a cereales, que generalmente
tienen carencias de ciertos aminoácidos.
En general podemos decir que las algas son estimulantes del metabolismo,
aumentando el intercambio celular y mejorando la eliminación de toxinas. Dada
la gran presencia de antioxidantes (vitaminas y oligoelementos),
neutralizan el efecto de los radicales libres, responsables de acelerar el proceso
de envejecimiento en los tejidos. También reducen los niveles de azúcar,
colesterol y presión sanguínea. En dietas vegetarianas (y también en
convencionales), previenen anemias por su contenido en hierro fácilmente
asimilable y vitamina B12. Entre otras cosas, esta vitamina es
responsable de mantener un adecuado nivel de hierro en sangre y es vital para
funciones neuromusculares.
Las algas resultan ideales para dietas de adelgazamiento (además
cubren eventuales carencias nutricionales), diabéticos, embarazadas,
niños y convalecientes. Pese a ser bajas en grasa, azúcares y
calorías, aportan saciedad por su alto contenido en mucílagos, los
cuales regularizan la función intestinal y protegen las mucosas digestivas. Los
mucílagos son polisacáridos que retienen varias veces su volumen en agua y en
los vegetales cumplen la función de reserva hídrica. Fundamentalmente actúan
sobre las mucosas. En el estómago forman una capa viscosa que atenúa las
irritaciones. En los intestinos estimulan el peristaltismo. A nivel
respiratorio calman la irritación que provoca la tos. El ácido algínico
de las algas pardas (kombu, kelp, fucus, cochayuyo) es un mucílago que ejerce
un papel protector de la mucosa gástrica, tapizándola y dificultando el reflujo
gástrico hacia el esófago; también regula la acidez estomacal y genera
sensación de plenitud.
Estudios realizados en distintos países sobre las algas, demuestran
propiedades anticancerígenas (sobre todo a nivel de colon y mamas),
debido en gran parte a un principio activo: la fucoidina. En Japón se ha
comprobado que funciona como un quimioterápico, disminuyendo la virulencia y la
progresión de los tumores. En laboratorio ha mostrado una eficiencia de 84% en
la eliminación de cáncer intestinal. Si bien no se conoce exactamente su
mecanismo de acción, al parecer tiene que ver con la estimulación del sistema
inmunológico (kombu y fucus).
Muchas algas tienen un efecto fluidificante de la sangre. Algunos
investigadores lo atribuyen a un principio anticoagulante (similar a la
heparina), que no solo previene el infarto sino que favorece la eliminación de
grasas del circuito sanguíneo, bajando el colesterol malo (LDL) y subiendo el
bueno (HDL). En función a esto puede afirmarse que actúan como limpiadoras de
la sangre.
Las algas poseen un delicado efecto antibiótico y actúan
selectivamente en la flora intestinal (sobre todo en el colon),
eliminando las bacterias que producen sustancias cancerígenas. Las algas
oscuras (o pardas) tienen el poder de prevenir el ictus, neutralizar el efecto
tóxico del consumo de sal refinada y reducir la tasa de colesterol. Para los deportistas,
las algas aportan mejoras en la circulación, la oxigenación y la resistencia a
la fatiga.
En general las algas combaten los efectos de las radiaciones (rayos
X y radioactividad) y la contaminación con metales pesados (plomo,
mercurio, estroncio, cadmio) y sales toxicas (nitritos, sulfuros). Esto se debe
en parte a su riqueza en yodo y en parte al contenido de alginato de
sodio (kelp y cochayuyo), lo cual evita la fijación de aquellos en el
organismo y favorece su eliminación (en el intestino se transforman en sales
insolubles que se descargan del cuerpo a través de las heces). La experiencia
más importante de este efecto quelante, ha sido la del pueblo japonés, tras las
explosiones atómicas de la Segunda Guerra Mundial. Incluso las kombu han
demostrado la propiedad de eliminar los isótopos radioactivos aún cuando ya
estén alojados en la estructura ósea. De allí su justificada fama como desintoxicantes
y depurativas.
En la medicina oriental son conocidas las propiedades de las algas
para evitar estancamientos corporales (hinchazones, nódulos, bultos), mejorar
el metabolismo corpóreo del agua, estimular el bazo y el páncreas, limpiar el
sistema linfático y alcalinizar la sangre. Única precaución sería para los
hipertiroideos, en cuyo caso conviene siempre la consulta médica. En estos
casos se puede hacer uso de las espirulina, que son bajas en yodo, al provenir
de aguas dulces.
FORMAS DE CONSUMO
Excepto las espirulina que no requieren proceso alguno, en general se
aconseja consumir las algas previamente hidratadas, tanto crudas (así se
aprovecha al máximo su tenor vitamínico y enzimático) como cocidas. Cuando se
las hidrata o cocina, consumir siempre el agua utilizada, dado el gran
contenido de sales minerales que pasan al líquido. En caso de algas plegadas
(como las kombu) o enteras, pueden lavarse rápidamente para eliminar eventuales
restos de arena, antes de proceder al remojo o la cocción, cuyo líquido no debe
descartarse.
La persona que nunca ha consumido algas, conviene que las introduzca paulatinamente
en la dieta, para habituarse al sabor y permitir una correcta adecuación por
parte de su organismo, tal como ocurre con las legumbres. De ese modo evitará
los posibles síntomas de una brusca incorporación, como gases (por el efecto
desintoxicante que generan las algas), irregularidad intestinal, efectos
típicos de un ayuno y reacciones cutáneas. Nada de esto ocurre con un gramo
diario de espirulina, ni utilizando las kelp como sal o mezclada con la sal
marina (sal enriquecida), ni agregando unos copos de nori a las ensaladas o a
las sopas.
Es difícil indicar una dosis de consumo diario, ya que son distintas
las algas y distintos los organismos. Como en todo, el consejo es el equilibrio
y un poco cada día. Siempre “algo es mejor que nada”. En macrobiótica se
recomienda una presencia del 5% (en volumen) en el plato. Lo más
riesgoso de un alto consumo de algas puede ser el yodo, aunque es un mineral
generalmente carente y cuya absorción resulta ser bloqueada por gran cantidad
de elementos y situaciones. Es el caso de carencias de cinc, presencia de
nitritos (aparecen en el agua, en los cultivos fertilizados químicamente y en
los procesos industriales), alimentos bloqueadores (crucíferas crudas, soja,
maní) y pérdidas en el agua de cocción. Por otro lado hay que tener en cuenta
el yodo que se consume a través de medicamentos (colirios, antigripales),
antisépticos (utilizados en los procesos de la industria láctea) y aditivación
a la nefasta sal refinada (cloruro de sodio). Una sobredosis de yodo puede
manifestarse en forma de acné, trastornos gastrointestinales, urticaria y
conjuntivitis; síntomas que desaparecen con la simple eliminación del consumo.
Además del uso en la alimentación humana, las algas tienen gran cantidad de
aplicaciones prácticas. Externamente se utilizan en cosmética y en problemas
articulares, a través de la aplicación de emplastos (kelp). También se
utilizan en la alimentación animal, obteniéndose los mismos beneficios
que para humanos. Otra conocida aplicación de las algas es como depurativa
de aguas, campo en el cual es muy difundida la utilización de las diatomeas
como potabilizadoras (agua de consumo) y filtradoras (agua de piletas). Estas
algas fosilizadas también se utilizan para conservar granos y semillas,
protegiéndolos de hongos, virus y bacterias.
Desde la antigüedad y en distintas civilizaciones, era conocido el uso de
las algas como fertilizante agrícola. Hoy se sabe que el efecto benéfico
de las algas en el suelo se debe al aporte de microminerales (oligoelementos),
carentes en la tierra y abundantes en el mar. Todas las algas benefician a los
suelos, pero particularmente se está desarrollando el uso de las diatomeas en agricultura
orgánica, sobre todo en aplicaciones foliares. A través de la savia, la planta
absorbe los 38 microminerales presentes en las algas y los asimila con gran
rapidez, pudiendo apreciarse una verdadera explosión de crecimiento vegetal.
Resumiendo, podríamos
decir que las algas:
- Refuerzan el
sistema inmunológico
- Aportan
nutrientes claves
- Estimulan el
metabolismo y el sistema endocrino (glándulas)
- Reequilibran
y remineralizan el organismo
- Estimulan el
aparato circulatorio
- Limpian el
sistema linfático
- Retardan el
envejecimiento por su efecto antioxidante
- Coadyuvan en
curas de adelgazamiento
- Protegen y
lubrican las mucosas
- Regularizan
la función intestinal
- Son
antirreumáticas y anticancerígenas
- Bajan el
azúcar y el colesterol
- Depuran y
fluidifican la sangre
- Desintoxican
el organismo
Por lo tanto
son aconsejadas en caso de:
- Problemas del
sistema linfático e inmunológico
- Tendencia a
enfermedades infecciosas y virales
- Constitución
débil ó asténica
- Fatiga
psicofísica y estrés
- Tumores en
general
- Tratamientos
radiológicos y quimioterápicos
- Anemia y
convalecencias
- Falta de apetito
- Diabetes
- Estreñimiento
- Toxemia y
estados de acidosis
-
Hipotiroidismo
- Tendencia a
alergias
-
Inconvenientes cardiovasculares: presión, esclerosis, sangre espesa
- Desorden en
el colesterol sanguíneo
- Períodos
críticos: pubertad, crecimiento, embarazo, menopausia
- Padecimientos
osteoarticulares: gota, reuma, artrosis, artritis
- Problemas
gástricos: úlcera, gastritis, reflujos ácidos
- Obesidad y
celulitis
- Necesidad de
calcificación: fracturas, osteoporosis
- Prácticas
deportivas y atléticas
- Contaminación
ambiental, química o radioactiva
TIPOS
Espirulina (Spirulina
maxima): En contraposición a las kelp, esta microscópica alga unicelular
(apenas décimas de mm) es uno de los vegetales más diminutos del planeta.
Prolifera en lagos de aguas dulces y alcalinas, y era utilizada en alimentación
por mayas (lago Texcoco), orientales (Japón, Tailandia) y tribus africanas
(lago Chad). La investigación científica ha verificado su gran riqueza
constitutiva. Es una de las fuentes naturales más proteicas (70% de su peso).
Sus proteínas son completas y de alto valor biológico: posee 21 de los 23
aminoácidos (todos los esenciales) en proporción casi ideal, destacándose el
triptofano (antidepresivo por excelencia) y la fenilalanina (otorga sensación
de saciedad) como los de mayor concentración. A nivel de lípidos, tiene gran
riqueza en ácidos grasos poliinsaturados (linoleico, linolénico y
gamma-linolénico). Entre los glúcidos se destaca la presencia de un raro azúcar
natural (ramnosa) que favorece el metabolismo de la glucosa y posee un efecto
favorable en la diabetes. En materia de vitaminas, además de A, E y H se destaca
por ser la fuente natural más rica en B12 (ideal para complementar dietas
vegetarianas estrictas, pues un gramo diario cubre las necesidades diarias de
dicha vitamina). En cuanto a minerales, es especialmente rica en hierro (cinco
veces más que el hígado), pero también contiene calcio, fósforo, magnesio,
potasio, sodio, manganeso, selenio, cromo y zinc, entre otros. También está
bien dotada de clorofila, carotenos, ácidos nucleicos y mucílagos. Su
estructura unicelular (membranas plasmáticas) carente de celulosa, facilita la
rápida asimilación de sus nutrientes, sobre todo a nivel de proteínas, aún en
personas con dificultades digestivas y de absorción. Es recomendada en
depresión, osteoporosis, arteriosclerosis, problemas circulatorios y
dermatológicos, diabetes, estreñimiento, hepatitis, colesterol, obesidad,
tumores, quimioterapia, desorden de flora intestinal, anemias, embarazos,
convalecencias, desnutrición, geriatría, agotamiento y dietas vegetarianas. Utilización:
Es beneficioso espolvorearla sobre las comidas, evitando su cocción para
preservar los nutrientes. En curas de adelgazamiento conviene consumirla media
hora antes de las comidas. No tiene contraindicaciones de ningún tipo en dosis
del orden del gramo diario.
Fucus (Fucus
vesiculosus): Su uso más difundido es a nivel terapéutico, aunque tras una
buena cocción puede utilizarse en preparaciones culinarias. Es muy rica en
sales minerales (15% de su peso), sobre todo yodo (70% en forma de yoduros
orgánicos), potasio, bromo, magnesio, calcio, hierro y silicio. Pero su gran
virtud es el contenido en ácido algínico (40% de su peso) y fucoidina (mucílago
muy estudiado como anticancerígeno). También posee proteínas (5%), vitaminas
(A, B, C, y E) y carotenos. Entre sus propiedades podemos decir que resulta
nutritiva (mineralizante), depurativa, antitumoral, adelgazante,
anticelulítica, tonificante de la tiroides y laxante. Por su característica de
absorber jugos gástricos, es muy útil en gastritis, reflujos esofágicos, hernia
de hiato y acidez gástrica. Se la utiliza también en: cosmética (celulitis,
estrías, arrugas, sequedad y flacidez de la piel), obesidad (brinda sensación
de saciedad y evita carencias en curas adelgazantes), hipotiroidismo, diabetes,
linfatismo, dermatosis, problemas respiratorios y estreñimiento. Utilización:
En dietas de adelgazamiento se recomienda realizar una decocción durante 15
minutos de 20 gramos por litro de agua, se filtra en caliente con malla fina y
se deja enfriar hasta que toma una consistencia gelatinosa; durante un día se
toma una taza antes de las comidas ó bien en cucharadas repartidas en la
jornada; se puede adicionar jugo de limón pero nunca azúcar; también puede
agregarse a caldo de verduras; en caso de diarrea reducir la cantidad a la
mitad. Externamente se utiliza similar decocción aplicada en emplastos o
compresas calientes. Culinariamente requiere un breve lavado previo para quitar
restos de arena, un prolongado remojo y luego un proceso de cocción.
Hiziki (Hiziquia
fusiforme): En Japón practican curas de rejuvenecimiento con esta alga. Tiene
gran concentración de minerales (casi el 34% de su peso) al provenir de grandes
profundidades. Es muy rica en calcio (contiene diez veces más concentración que
la leche) e hierro. También posee proteínas (10%), fósforo, potasio y vitaminas
(A y B). En Oriente la recomiendan para la buena conservación de cabello,
dientes y uñas, y en estados carenciales. Además de las indicaciones comunes a
otras algas, las hiziki se recomiendan en embarazos, niños y personas con alto
nivel de colesterol. Utilización: Pueden picarse o molerse en seco o
cocinarla. Para cocinarlas hay que lavarlas y remojarlas en agua fría al menos
media hora; luego se cuecen a fuego suave hasta que se evapore el líquido, se
agrega salsa de soja y se mezcla con arroz o vegetales. Hidratadas, también
pueden consumirse crudas.
Kelp (Macrocystis
pyrifera): Es uno de los seres vivos más largos del planeta, ya que puede
alcanzar los 150 metros de largo. Es abundante en el litoral patagónico (de
allí el mote de “kelpers” a los malvineros). Es muy rica en nutrientes y
minerales. Entre los nutrientes podemos citar: vitaminas (B2 y B3), colina
(impide depósitos grasos en el hígado), carotenos (pro vitamina A), proteínas y
alta concentración (21-24%) de ácido algínico (mucílago protector de la mucosa
gástrica, que dificulta los reflujos gástricos y genera sensación de plenitud).
Entre los 23 minerales que contiene, se destacan: potasio (12%), calcio,
magnesio, yodo (entre 1 y 2%), hierro, fósforo, manganeso, cinc y bajo
contenido de sodio. Todos estos elementos son sintetizados por la planta en su
formidable proceso de crecimiento, y se asimilan muy fácilmente en el
organismo. Muchos la consideran un sustituto ideal de la sal de mesa (sobre
todo para hipertensos), por su favorable equilibrio sodio/potasio (1:3) y por
su contenido en yodo orgánico, que regula el funcionamiento de la tiroides (sea
en hipo o hipertiroidismo) y morigera el riesgo de sobredosis de dicho mineral.
Estudios han demostrado que las kelp protegen contra los efectos de
radiaciones, metales pesados y afecciones cardíacas. Un componente (el alginato
de sodio) evita un 90% de la absorción de estroncio radioactivo (metal pesado
liberado en grandes cantidades en la atmósfera, que se acumula en los huesos y
se relaciona con varios tipos de cáncer, como leucemia, mal de Hodking y
tumores óseos) en el organismo. Se realizan curas depurativas con estas algas,
ideales para quienes viven en zonas con mucha contaminación química o radioactiva.
Las algas kelp son también benéficas en toxemia dermatológica (acné, puntos
negros, comedones, etc.), tanto sea en ingesta como en aplicaciones externas
(emplastos). Antiguamente se la usaba como antiséptico en la curación de
heridas. También se utilizaba para combatir tuberculosis, problemas hepáticos y
vesiculares, flujos vaginales, dolores y dificultades menstruales, y
tumoraciones ováricas. Además es efectiva para reducir el índice de colesterol.
Utilización: Espolvoreada sobre las comidas, a modo de sal. Para uso
externo (depurativo y cosmético) realizar emplastos mezclando una parte de kelp
con tres partes de arcilla, agregando agua hasta formar una pasta consistente y
un poco de aceite de oliva (para disminuir la velocidad de secado del
emplasto); aplicar luego durante 20/30 minutos en las zonas a depurar o
proteger. Para curas depurativas se deja reposar el polvo (a razón de una
cucharada por taza) en agua hervida durante toda la noche y al día siguiente se
toman tres tazas distribuidas durante la jornada.
Kombu (Laminaria
japónica): Es una de la más rica en yodo fácilmente asimilable, calcio, hierro
y magnesio. Es hipotensora y tiene marcado efecto antitumoral, gracias a la
presencia de un alto tenor de fucoidina. Elimina residuos radioactivos en el
organismo, es muy alcalinizante, posee efecto anticoagulante y modera
desequilibrios hormonales. Tiene ácido glutámico, el cual ablanda las legumbres
e intensifica su sabor. En macrobiótica la aconsejan como reconstituyente y
desintoxicante, en hiper e hipotensión, debilidad cardiaca, arteriosclerosis,
colesterol, artritis, flebitis, gota, cáncer, descalcificación, hernias,
hemorroides, bocio, próstata, anemia, dificultades para deglutir, problemas
pulmonares y circulatorios. Utilización: Dejar en remojo una hora y
luego cortarla en cuadrados para hervirla junto a legumbres (evita flatulencias
y reduce el tiempo de cocción) y cereales. Nunca tirar agua de remojo. También
se cocina en salsa de soja y agua, para luego usarla como condimento. Otra preparación
oriental prevé su remojo en vinagre de arroz, para agregar al final de la
cocción de sopas.
Nori (Porphyrea
tenera): Posee un gusto delicado por provenir de zonas intermedias entre ríos y
mares. Contiene mucha proteína (34% de su peso). Tiene vitaminas antioxidantes
(E y C) por lo cual es bueno consumirla cruda. También vitamina A (tanto como
la zanahoria), B y D, calcio, yodo, fósforo, potasio, hierro y betacarotenos.
Se descubrió que posee una sustancia antiulcerosa y actividad antibacteriana
contra Escherichia coli, Salmonella, Aspergyllus, Fusarium, Staphylococcus,
etc. Resulta útil en problemas de circulación sanguínea y colesterol. También
ha demostrado interrumpir la mutación de células cancerígenas. Ideal para
mejorar el estado del cabello. En medicina china se la indica para bocio,
anemia, astenia, raquitismo y dificultades urinarias y digestivas. Hace
descender el colesterol. Utilización: En escamas puede espolvorearse
cruda sobre ensaladas, sopas y cereales. También se la usa para adicionar al
pan integral, con un benéfico efecto saborizante. En láminas se la emplea para
realizar los conocidos sushi (arrollados de arroz), remojándola previamente
(mejor en salsa de soja).
Wakame (Undaria
pinnatifida): Contiene gran cantidad de vitaminas del grupo B (es una de las
mas ricas en la preciada B12) y C, y buen tenor proteico (14%). Es
anticoagulante, potencia las defensas y reduce el riesgo de cáncer de pulmón.
Es muy dotada en minerales (sobre todo hierro, calcio, magnesio y uno de los
índices más elevados de yodo), conteniendo casi todos los minerales presentes
en el agua de mar. Es muy alcalinizante y está indicada para hipertensos y
cardiopatías. Es muy buena para mejorar el estado del cutis y el cabello. En
embarazadas la indican para purificar la sangre. Resulta desintoxicante por su
contenido en ácido algínico. El investigador japonés Watanabe descubrió la
presencia de un compuesto que mitiga el efecto tóxico de la nicotina, por lo
cual resulta muy útil para fumadores. Utilización: Dejar en remojo 20
minutos antes de usarlas y luego hervirlas ligeramente o cocinar junto a
verduras. En Oriente la consideran un acompañamiento ideal para la sopa de
miso. Combina bien con verduras (crudas y cocidas), cereales y sopas.
Agar agar (Gelidium/Gracilaria):
En realidad se trata de un extracto de varias algas rosadas. Se usa como
gelatina vegetal, dado que la gelatina comercial es de origen animal, siendo su
poder gelificante diez veces superior al producto animal. En biología se
utiliza como medio de cultivo. En la industria alimentaria cumple la función de
conservante. Su efecto laxante mejora problemas de estreñimiento, pudiendo
consumirse esporádicamente hasta 10 gramos diarios, sin que ello se convierta
en hábito. También es diurética y desintoxicante. Utilización: Se
disuelven diez gramos en un litro de agua, hirviendo y revolviendo durante 7
minutos; se puede mezclar con alimentos dulces y salados y se deja enfriar
hasta su completa coagulación. Es ideal para usar como gelatina en la preparación de pudines.